Cómo bien lo describe su nombre, Roberto es un hombre de guerra. A sus 24 años luchaba contra un grave diagnóstico de cáncer. Para él, este proceso fue muy doloroso. No solo físicamente, sino que también en el área emocional. Durante su proceso Roberto atravesó momentos de depresión, esto lo llevó a replantearse muchas áreas en su vida, incluso su servicio a Dios, pues a esa corta edad ya pastoreaba una congregación.
El cáncer había dejado muchas secuelas, como una parálisis en el lado izquierdo de su cuerpo, fuertes dolores de cabeza y graves repercusiones en su oído. Después de una travesía de largos, y costosos tratamientos médicos José Roberto, como buen guerrero, logró vencer la enfermedad con su arma más poderosa: La fe.
Días después de haber sido sanado por Dios, Roberto recibió una invitación de parte de los pastores Jaime y Zulema Peñalba a la iglesia Redenzion en Tegucigalpa, Honduras. Fue durante un viaje a El Salvador, que los pastores Jaime y Zuly sintieron invitarlo a liderar el ministerio de Redenzion en su país, a lo que él se mostró completamente dispuesto.
En la actualidad el pastor José Roberto lidera la congregación Redenzion en la ciudad San Miguel, El Salvador. Esta iglesia se ha caracterizado por un sensible mover sobrenatural de Dios en sanidad, milagros y profecía. Además de ser un lugar idóneo para desarrollar la identidad propia y una conexión con Dios.
“Para mi Redenzion es la iglesia que fue soñada por Jesús y que lo mantuvo fiel en la cruz. Es mi lugar, al fin me sentí en casa al estar en la iglesia, para mí, es mi familia, mi verdadera familia. Para mi es en todo sentido la estrategia de Dios para la gente de la generación anterior, nuestra generación y la iglesia que provocará la cultura de avivamiento en la próxima generación.”
Cómo todo líder de una congregación Roberto se ha tenido que enfrentar a muchos retos. Sin embargo, él se mantiene fiel y constante en su servicio. Las personas que se congregan en su iglesia dan fe de que Roberto es el perfecto ejemplo de un conquistador.
“El mayor reto para mí es correr a la velocidad de Dios. Dios está corriendo y es urgente y necesario avanzar con denuedo y excelencia a su ritmo. La cultura de nuestra iglesia resuelve significativamente las obras de destrucción del príncipe de este mundo en la vida de todos, pero es muy difícil trabajarlo cuando la gente está acostumbrada a autodestruirse y destruir a los demás. La iglesia, por ser como es, la gente de la ciudad donde pastoreo no la ven fácilmente como una iglesia, pero siempre van cuando necesitan un toque del Cielo. El reto es crecer en gracia delante de Dios y estar a la suficiente altura para poder demostrar eso a los demás.”
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