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Ceci Moncada

Foto del escritor: Irma PinedaIrma Pineda



A una edad muy temprana me tocó experimentar el proceso más duro de mi vida. Esto me hizo crecer pensando que era una persona débil, insegura y que no era importante. Muchas veces me dije que era un asco de ser humano.


Y es qué en multiples ocasiones fui víctima de abuso sexual. Ocurrió

cuando era una niña inocente que solo buscaba ser feliz y luego en mi adolescencia cuando ya tenía idea del dolor que esto causaba.


Estos sucesos en m vida me llevaron a preguntarme: ¿Soy lo suficientemente importante? O ¿Alguien confía plenamente en mí? Todos los días tenía dudas y quería respuestas para mis preguntas. Y es qué cuando más necesite de ayuda, de un abrazo, o que alguien me dijera que todo estaría bien, recibí lo contrario. 

En ese momento de dolor nadie creyó en mi, nadie me protegió, y me hicieron callar. Las personas más cercanas a mi prefirieron cuidar del agresor.


Mi corazón se llenó de rencor, temor, inquietud, tristeza y mucha amargura. El miedo se apoderó de mí, no era la niña feliz que tanto quería ser, siempre me ocultaba, evitaba convivir con las personas por que pensaba que todos a mi alrededor querían causarme algún daño. Asi que oculte mi dolor con la soledad.


¡Pero en el 2016 empecé a tener las respuestas que tanto deseaba! Descubrí que alguien confiaba en mí, empecé a sentir y creer que era importante, mi vida empezó a tener sentido y encontre una comunidad que creía en Ceci, ellos me protegían. Por años creí que esta lucha me tocaba pelearla sola, no me daba cuenta que estaba acompañada. Descubrí que Dios siempre estuvo a mi lado, él siempre cuidó de mí, me dio la fortaleza necesaria para ser una niña valiente.


Le permití a Dios sanar cada herida, le di permiso de trabajar en mi vida y él se volvió mi paz. Deje atras la inseguridad, la amargura y la soledad. Me perdone a mi misma por haberme herido con palabras negativas y perdone al agresor.


Este fue uno de los procesos más duros que he experimentado, pero también ha sido increíble ver el amor de Dios obrar en mi. Se convirtío en mi compañero y me mostró que si soy importante, me rodeó con personas que verdaderamente me aman y me ayudan a crecer.


Él es un buen padre y yo soy su niña. En Él encontramos sanidad, paz y seguridad. ¡Dios es nuestra fuerza!

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